jueves, 7 de febrero de 2013

Los hijos de la tierra



Desde hace mucho tiempo que tenía ganas de realizar una entrada en el blog sobre la serie “Los Hijos de la Tierra” de Jean M. Auel y ayer termine de leer la última página de esta emocionante saga, me he sentido con tiempo y ánimo de escribir a cerca de ella.

A pesar de que el primer libro fue publicado en 1980 (Yo aún no había nacido), no supe de su existencia hasta que ya contaba con más de 20 años, alrededor del 2004; fue durante una larga caminata acompañada por mi amigo René, nos dirigíamos hacia alguna de nuestras clases de medicina en algún hospital de la ciudad y solíamos hablar de cosas que nos interesaban, entre ellas LIBROS, él fue el primero que me contó de una sorprendente saga que contaba con una heroína  que pertenecía al pasado lejano de nuestra evolución, me relató a grandes rasgos la historia y recuerdo que lo que más me llamó la atención fue cuando mencionó que la heroína vivió sola por mucho tiempo, que llego a un valle en el que adopto un caballo y que cabalgaba en una tierra bella y fértil; que cuando comenzó a convivir con más personas era como un espíritu, que era respetada, amada y temida, que en esos libros nos ofrecían una versión de la vida de  las primeras civilizaciones, en fin, la historia inmediatamente me envolvió, sin embargo en ese tiempo mis actividades consumían mucho mi tiempo y raramente paraba por alguna librería, podría decirse que estaba dedicada a la medicina al cien por ciento, en esos años no leía nada más que no fuera literatura médica, así que como tantas otras cosas, paso a un segundo nivel en mi memoria y la olvide por un tiempo.

Fue hasta el 2007 que volví a saber de estos libros cuando vagaba junto con mi hermana por la ciudad, disfrutábamos recorriendo librerías alrededor del centro histórico, principalmente buscando libros de Alexandre Dumas (autor predilecto y favorito de mi hermana, quien a su vez lo hizo uno de mis escritores favoritos). Estábamos en una de esas librerías que se encuentran cruzando la avenida frente al palacio de Bellas Artes, recuerdo que pasee entre pasillos de mesas llenas de libros, títulos y más títulos y de pronto una portada de un azul hermoso con un  mamut al centro llamo mi atención, leí el título “Los Cazadores de Mamut”, era un tomo inmenso, cuando lo tome en mis manos sentí el peso del mismo (literal). De pronto una tipografía pequeña en bold llamó mi atención, decía: “Los Hijos de la Tierra”. No sé cómo logré divisarla entre el nombre de Auel (escrito con tipografía de gran puntaje en la que difícilmente pasaría desapercibido el nombre de la autora) y el del libro y aun así allí estaba en mis manos, algo me llevo a abrir la solapa posterior que mostraba una lista enumerada así: 1. El clan de oso cavernario 2. El valle de los caballos 3. Los cazadores de mamuts.

Podrán imaginar el revuelo que despertó en mi mente al leer “El Valle de los Caballos”, fue un flashazo al pasado, no recordaba bien el título que René me había dicho, sin embargo estaba segura que se trataba de la saga que él me había comentado, inmediatamente mi vista comenzó a buscar entre los libros el tan ansiado tomo uno “El clan del oso cavernario” y dos filas más allá de donde encontré el de cazadores de mamuts, estaba ese libro de portada marrón con un oso en el medio y junto a él, un libro lila decía “ El Valle de los caballos”.  Fui afortunada al darme cuenta que habían sido reimpresos puesto que tenían años de haber sido publicados, esa tarde no pude evitarlo y salí muy sonriente y feliz de la librería, en mis manos llevaba “El clan del oso cavernario”: lo leí en unos cuantos días y dos días más tarde, recibía de regalo de cumpleaños “El valle de los caballos” lo leí en un día.

Posteriormente fui adquiriendo los demás integrantes de la saga y sorprendía a mis amigos cuando me veían llegar a la Universidad cargada con todos los materiales escolares y por si fuera poco, con tremendos tomos: pasaba el camino de ida y vuelta a casa leyendo, si no teníamos alguna clase, leía, si el profesor tardaba en llegar, leía… 

Fueron días bellos, de hermosas caminatas por el mundo paleolítico, recorrido a través de la descripción asombrosa y exhaustiva de Auel  (descripciones de paisajes, flora, fauna), si bien pudieran cansar, son necesarias para inmiscuirnos en ese mundo que alguna vez existió  y Auel te envuelve y te introduce en esa civilización, en su forma de vida, y de pronto te encuentras trabajando el pedernal con asombrosas técnicas, buscas plantas precisas y específicas para tal o cual uso, fabricas tejidos, curtes pieles, elaboras mil y más objetos a partir de un animal cazado en el que todo sirve y nada se desperdicia.

Habla de la Prehistoria, de la vida durante la última glaciación en la que la convivencia y el apoyo entre las personas era esencial para su supervivencia;  de la creación de viviendas, de los  descubrimientos fortuitos como el fuego, del inicio del conocimiento. Abordando temas  como la interacción con el medio ambiente, con nuestra Madre Tierra, los ritos, el comercio, las relaciones de parentesco, la cultura. Todo ello en un tiempo en el que convivían dos especies de humanos en la Tierra: los humanos modernos Homo sapiens y los hombres de Neanderthal. Gente  que vivió hace 20 000 años, creativa e inteligente y tan humana como cualquiera de nosotros en la actualidad, personas que no daban por sentado nada y que respetaban  todos los recursos de la Tierra.

Ayer después de tantos años, termine la saga esperando que no sea el último libro -aunque mucho me temo que este ha sido el último-, siento que aún falta cerrar un ciclo con la historia de Ayla, cuya aventura abarca varias novelas; seis para ser exactos, así que iré relatándoselas a grandes rasgos en otras entradas, por ahora solo les recomiendo no dejar de leer y vivir esta fascinante aventura; Los hijos de la tierra.

2.      El Valle de los Caballos
3.      Los Cazadores  de Mamuts
4.      Las Llanuras del Tránsito

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